Mientras en la ciudad chilena de Concepción la radio Bío Bío ejerció un rol fundamental a la hora de informar sobre la tragedia; en Talca, a 257 kilómetros al sur de Santiago, otra estación, La Paloma, y un grupo de voluntarios se unieron para organizar a la población y pedirle su colaboración.
Según Hernán Astaburuaga, portavoz de la iniciativa, este miércoles se enviaron desde su sede, frente a la estación radial, unos 40 camiones con alimentos, agua y ropa en dirección a pueblos costeros como Iloca o Constitución, asolados por el maremoto que siguió al sismo.
La región del Maule, donde está ubicada la localidad de Talca, fue una de las más afectadas por el sismo de 8,8 grados que el sábado pasado devastó varias regiones de Chile y que dejó cerca de 800 muertos y dos millones de damnificados en todo el país.
A pesar de que se mantiene el toque de queda de 12 de la noche a 6 de la madrugada, la normalidad está regresando paulatinamente a las polvorientas calles talquinas, que sus habitantes recorren en busca de materiales, comida o camionetas para poder recuperar sus pertenencias.
En esa localidad, de unos 238.000 habitantes, los barrios más céntricos, como el de Seminario, sufrieron los mayores daños por el tipo de construcción de las viviendas, de un solo piso, con techos muy frágiles y muros anchos de adobe.
Ahora, a través de un improvisado catastro para evaluar la situación de las infraestructuras, técnicos de la municipalidad (ayuntamiento) revisan las viviendas afectadas con el fin de determinar si es necesario derrumbarlas.
Por ejemplo, una cruz roja en la fachada de adobe de la casa de Aristela Díaz marca el futuro de su familia: deben recoger todas sus cosas antes de que oscurezca para que los técnicos puedan demolerla, aunque ella se niega.
"No queremos que la tiren, se puede reparar", comenta, convencida, mientras sus hijos recogen los juguetes y los cuadernos del colegio que esta semana debían estrenar.
"Es fácil decir que la tiren, pero ¿cómo la levantamos?", se queja.
Aristela se refugió junto a su familia en las literas de sus hijos durante los interminables minutos que duró el sismo del sábado, durante el cual sólo tuvieron tiempo "de rezar".
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